Frenemos las drogas en las escuelas, por favor
A medida que las madres y padres se animan a romper el cerco mediático e involucrarse en la conversación libre y llana con los periodistas, la situación es cada vez más alarmante.
Muchos son los problemas que a diario deben afrontar hombres y mujeres que trabajan en la docencia provincial. La gran mayoría conoce estas situaciones límites pero las llama a silencio, las guarda para contarlo por lo bajo a su círculo íntimo por temor.
Otro tanto ocurre con los padres y madres que aún se preocupan por sus hijos y los contienen de cerca para que no caigan en la trampa mortal que tiende a corta distancia el manejo de drogas en el interior o las inmediaciones de establecimientos educativos.
También, están aquellos que no alcanzan a criar a sus herederos y ya tienen otro que educar o uno más por venir al mundo de madres diferentes y problemáticas diferentes, a la distancia, midiendo los recursos a utilizar o simplemente dándoles el nombre para no quedar indocumentados.
Los alumnos fuman marihuana en el colectivo, en la esquina de la escuela, en su interior, es como que está de moda y quienes no ingresan en ese círculo están fuera del sistema.
Hay que parar con este mal. Si hasta las madres que buscan a sus hijos están envueltas en el consumo y tienen reacciones agresivas hacia el personal docente que intenta cumplir con sus funciones específicas para conducir la educación dentro del establecimiento.
La droga, una frase que nos replica en nuestro oídos, que existe y donde ninguno de nuestros representantes ha tomado el toro por las astas para frenar tanta impunidad junta, tanto para los mercaderes de estupefaciente como también a las reacciones nefastas que el consumo conlleva.
Redacción/Juan Carlos Martínez