Instagram: sólo quienes publiquen los contenidos podrán ver los»likes»
Instagram, la red para compartir imágenes que cuenta con 1.000 millones de usuarios en todo el mundo, está probando una nueva función en seis nuevos países (Australia, Italia, Irlanda, Japón, Brasil y Nueva Zelanda, después de Canadá): el número total de «likes» («me gusta») ya no aparece bajo cada foto, sino que solo puede verlo el autor de la publicación.
«Queremos que Instagram sea un lugar en el que la gente se sienta cómoda para expresarse», explicó una responsable de Facebook, casa matriz de Instagram, para Australia y Nueva Zelanda, Mia Garlick.
«Esperamos que esta prueba haga que la presión baje […] para que uno pueda dedicarse a compartir aquello que le guste».
¿Promueve Instagram una competición de popularidad y que la gente quiera destacar sobre el resto? Así parece ser en Italia, un país en el que la cultura de la imagen está muy presente, según el sociólogo Simone Carlo.
Los problemas de malestar llegan cuando «la atención que recibimos decrece» y el usuario pierde ese «tiempo de disfrute adictivo».
En 2017, un estudio de la Royal Society for Public Health clasificaba a Instagram como la peor red social para la salud mental de los jóvenes en Reino Unido, según 14 criterios, como la percepción de uno mismo, la ansiedad y el acoso.
Pero, aunque los «likes» desaparezcan, no lo harán las fotos -a veces retocadas y repletas de filtros- de una falsa realidad socialmente perfecta.
Una «influencer» australiana, Essena ONeill, denunció en 2015 los engaños y manipulaciones de las fotos que publicó en la red y dio cuenta de su malestar reescribiendo todas sus leyendas para contar la historia de cada una de sus imágenes.
El objetivo de Instagram es hacer frente a «la economía de la microinfluencia», agregó Laurence Allard, profesora en la Universidad de Lille y en la de Paris 3.
«Queremos moralizar este negocio de los pequeños influencers, terminar con los seguidores falsos y con todo un conjunto de prácticas y de actores relacionados con ellos, pero a los que Instagram no es capaz de controlar», añadió la socióloga, especialista en costumbres en el medio digital.
Así, Allard entrevé el fin de la guerra entre «influencers» pero al mismo tiempo prevé «un cambio en la unidad de medida de la popularidad», que podría basarse, por ejemplo, en los «emoticonos en forma de corazón dejados en los comentarios o en el número total de comentarios».