«La citación a Sullivan puede afectar al país»
José Octavio Bordón, ex embajador argentino en Washington, comparó las amenazas de expulsión al encargado de negocios de la embajada norteamericana con el conflicto que se desató cuando Argentina «confiscó» un avión de EEUU en Ezeiza en 2011.
El ex embajador de la Argentina ante los Estados Unidos durante la presidencia de Néstor Kirchner José Octavio Bordón comparó, en diálogo con el periodista Pepe Eliaschev por Radio Mitre, la citación y amenaza de expulsión por parte del canciller Héctor Timerman al encargado de negocios de la embajada estadounidense en Buenos Aires, Kevin Sullivan, con el conflicto que, en febrero de 2011, se desató cuando Argentina «confiscó» un avión estadounidense que había llegado al país para participar de un curso conjunto sobre seguridad para la Policía. Bordón calificó ambos incidentes como «sobreactuaciones para que la tribuna chica aplauda».
«Es importante que Argentina salga del default lo antes posible para poder retornar a la senda del crecimiento económico sustentable y atraer la inversión que necesita», fueron las palabras del diplomático estadounidense que desataron la reacción del canciller, quien incluso amenazó con declararlo persona non grata. Para el ex gobernador de Mendoza, sin embargo, las palabras de Sullivan fueron «declaraciones muy cuidadosas», «muy preocupadas» por encontrar una solución al default en el que se encuentra el país.
El ex diplomatico argentino calificó la reacción del Palacio San Martín como «una sobreactuación que a EEUU no lo afecta; al señor Sullivan tampoco -porque ha expresado con respeto y profesionalidad la postura de Estados Unidos- pero que puede eventualmente afectarnos a nosotros y a la solución del tema» y sostuvo que «la postura de defensa argentina tiene que ser hecha con sobriedad, sin sobreactuaciones, porque eso lejos de ayudarnos nos perjudica».
Así, comparó el actual incidente con el que tuvo lugar en febrero de 2011, cuando la Argentina «incautó» material destinado a un curso conjunto. «Era una misión que tenía aprobación del gobierno argentino y de su Cancillería, (…) y si algún papel no estaba en orden, alcanzaba con levantar el teléfono, llamar a la embajadora de ese momento -ya había ocurrido antes- y decirle ‘mire, si hay algún funcionario o militar norteamericano (que) cree que nosotros cuando vamos allá tenemos que cumplir con todos los papeles, (y) cuando ellos vienen acá cumplir parcialmente o mal los papeles, digalé que lo llenen bien o que si no alguno de ellos o algunas cosas no pueden entrar’. Así se arreglan los temas», explicó.