La diabetes avanza a pasos agigantados
En el desayuno, tostadas con manteca y dulce de leche. A media mañana, un alfajor. Por la tarde, mate y bizcochitos. A pocos les resultaría un disparate aplicar ese menú en su rutina diaria. Y para muchos es algo cotidiano, junto con las hamburguesas, las papas fritas, los dulces, los fiambres y las gaseosas azucaradas. Sumado al sedentarismo al que invitan las pantallas (el celular, la televisión, la Play, el iPad) la mesa para el avance a pasos agigantados de la diabetes está servida.
Las luces de alarma están encendidas en los sistemas sanitarios de todo el continente americano (y del mundo), donde hay alrededor de 62,8 millones de personas con diabetes, según cifras de 2011 de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ya es una de las principales causas de muerte y discapacidad en la región y el pronóstico es altamente preocupante: si la tendencia se mantiene, en 2030 habrá casi 30 millones de enfermos más, lo que supone un salto del 50% en menos de 20 años. En Argentina, la prevalencia de la diabetes en la población adulta es del 9,6% (2,5 millones de personas).
La diabetes es una enfermedad crónica, no transmisible, que se caracteriza por niveles elevados de azúcar en sangre. Nueve de cada diez pacientes padecen el tipo 2 (son resistentes a la insulina o la producen en forma inadecuada), antes también conocida como “del adulto” porque hasta hace unos años diagnosticarla en un menor de 40 era un hecho inusual. Hoy ya no lo es.
La prevalencia de la enfermedad “aumenta en forma muy marcada, hablamos de una epidemia. Tiene relación con la abundancia de la ingesta calórica y con el sedentarismo. Esto lleva a la obesidad y la obesidad predispone a muchas cosas, entre ellas a la diabetes tipo 2”, explicó a Clarín Pablo Arias, presidente de la Sociedad Argentina de Diabetes. El médico endocrinólogo apuntó a los cambios negativos en el estilo de vida “que hacen que esto se convierta en una amenaza cada vez mayor”.
Los expertos hablan de la “cocacolización” de la vida cotidiana, fenómeno en el que las gaseosas, la comida chatarra y el uso del auto predisponen a la aparición de la enfermedad en edades cada vez más tempranas. “Los chicos no hacen deporte. La Play desplazó al club de barrio. Y cuando hay que recortar presupuesto siempre se recorta en horas de gimnasia”, cuestionó Arias. El aumento en el número de casos responde también al crecimiento en la expectativa de vida y en una mayor conciencia sobre la enfermedad, que hace que se consulte más rápido y se diagnostique más. También, a factores ambientales.
Si bien acertó en las causas que favorecen su aparición, la presidenta Cristina Kirchner erró al referirse a la población a la que afecta principalmente: “Es una enfermedad de gente de alto poder adquisitivo, porque son sedentarios, porque comen mucho”, dijo el mes pasado y despertó críticas. Los resultados de la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2009 realizada por el Ministerio de Salud de la Nación contrastan con su afirmación: la enfermedad es más frecuente en personas de mayor índice de masa corporal, de más edad, en mujeres y con un bajo nivel de remuneración. Y datos de la OMS señalan que casi el 80% de las muertes por diabetes se producen en países de ingresos bajos o medios.
Una vez detectada la enfermedad “la gran mayoría de los pacientes con diabetes tipo 2 lo que necesita es hacer una dieta saludable, actividad física recreativa de tres horas por semana (unos 30 minutos diarios) y tomar medicamentos que tienen un costo relativamente bajo, la metformina entre ellos”, indicó Arias. Para quienes requieren mayor carga farmacológica, los laboratorios han lanzado y trabajan en la mejora de tratamientos basados en GLP1 y en insulinas más planas y de mayor duración que están dando buenos resultados en el control del peso y en la reducción de las hipoglucemias, uno de los mayores temores de los diabéticos
“El paciente ideal es el que hace ejercicio, que sabe comer, que se chequea, que alcanza las metas de control y que a largo plazo mantiene el tratamiento”, afirmó el mexicano Rafael Violante, miembro del Consejo de la Asociación Latinoamericana de Diabetes (ALAD), en una cumbre de líderes sobre diabetes realizada recientemente en Lima, Perú. Además del azúcar en sangre, el diabético debe mantener controlado su colesterol, la presión arterial, el peso y los triglicéridos. También evitar el tabaco y el alcohol. Para Arias, que es también profesor titular de la cátedra de Fisiología Humana de la Facultad de Ciencias Médicas de Rosario, el automonitoreo de la glucemia con medidores de glucosa domiciliarios es una “herramienta fundamental” a la que todos los pacientes deberían poder acceder.
El menú saludable del paciente diabético debe incluir legumbres (arvejas, lentejas, porotos), pescado, pastas secas al dente y verduras frescas, precisó Mónica Katz, directora de la carrera de médico especialista en Nutrición con orientación en Obesidad de la Universidad Favaloro. Además de las bebidas azucaradas, entre los desaconsejados se encuentran las tortas, las papas fritas chips, los fiambres, las barras de cereales energéticas y las hamburguesas triples, entre otras comidas, indicó la autora del libro “Somos lo que comemos”.
Pese a ser silenciosa y muchas veces asintomática (algunas señales de alerta pueden ser orinar mucho, perder peso, la falta de energía y la sed excesiva), la diabetes acarrea graves riesgos si no se la controla. Puede causar ceguera, daños en los riñones (insuficiencia renal) y en los nervios (llegando en algunos casos hasta la amputación). También incrementa severamente el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, de hecho el infarto cardíaco es la la principal causa de muerte del paciente con diabetes.
Como en casi todas las enfermedades no transmisibles, el secreto está en la prevención, que incluye una alimentación adecuada y una buena dosis de ejercicio físico. Por eso, Arias aconseja “reforzar todo tipo de actividad que tenga que ver con la promoción de los hábitos saludables en la alimentación y se debe comenzar con los chicos porque después es más difícil cambiarle la forma de comer al adulto”.