La esperanza Puma crece: «Vinimos a ser campeones»
Las manos en el bolsillo. Un paso, otro. Mira cada movimiento de Los Pumas con el ceño fruncido. El gesto adusto se transforma rápido en una sonrisa. Agustín Creevy mete un chiste, hacer reír, se tienta. Mezcla la arenga a cara de perro con su picardía. Es el capitán de la alegría Puma. Es -hoy más que nunca- el capitán de la esperanza argentina.
El vendaje, grueso, que tuvo toda la semana para protegerse la herida en el isquiotibial de la pierna izquierda ya no está: Creevy se cuidó para llegar al partido de su vida. Pennyhill Park es una marea de periodistas argentinos y extranjeros: todos lo buscan a él. Es el líder del scrum puma, también de la obtención y uno de los tantos que se animó a tirar un pase de Globertrotters en esta Copa del Mundo. Evolución total. Su presencia en la semifinal estaba en duda por un posible desgarro; para él en su intimidad nunca existió la posibilidad de perdérsela. Cuando hoy, desde las 13 de la Argentina (por TV Pública y ESPN 2), Los Pumas vayan por la chance de estar por primera vez en su historia en una final de una Copa del Mundo, él irá por su sueño. También, por el de todos.
“El objetivo aún no se cumplió, vinimos para ser campeones. No nos vamos a relajar, queremos más”, dice Creevy con pura confianza y convicción. Y si él, el mismo que aceptó transformarse en hooker –su puesto natural era de tercera línea en San Luis- y practicó hasta el hartazgo con un aro de básquet los lanzamientos en el línea dice que se puede habrá que darle créditos. “Este grupo va por todo, no nos podemos conformar con la semifinal. Trabajamos mucho para estar acá y todavía nos quedan dos partidos para seguir por nuestro objetivo”, sigue. Lo dice, lo repite, lo avisó mucho antes de atravesar este momento: en junio, incluso antes de haberle ganado a Sudáfrica en Durban, Creevy auguraba que este equipo podía jugarle a cualquier potencia de igual a igual y ser campeón del mundo. En aquel entonces sonaba utópico, hoy es cercano.
“El scrum de Australia cambió mucho con la llegada de Mario (Ledesma), quien les dio otra mentalidad. Ahora vienen con ganas de jugar el scrum y nosotros vamos a tener un lindo desafío en esa formación. Ojalá que funcione de la mejor manera. Trabajamos para poder manejar el scrum y que sea una plataforma de ataque”, explicó sobre los Wallabies. Creevy sabe que Australia no es el mismo que al que derrotaron en 2014: con la llega de Michael Cheika volvieron a los primeros planos. Este año derrotaron a los AllBlacks y se quedaron con el Rugby Championship. Y en el Mundial dejaron afuera a Inglaterra, superaron a Gales y si bien no jugaron bien contra Escocia tuvieron la suerte del final –un error del árbitro les dio la chance en el minuto 80 de sumar un penal final- para estar en la semi. Pero, Los Pumas también tienen sus argumentos para confiar y lo saben.
“Estamos para hacer más historia, este equipo tiene el corazón que se vio contra Irlanda. Todos se tiraban de cabeza a tacklear”, dice Santiago Cordero, el pibe que explotó en el Mundial y que se subió –como todos- al tren de la confianza de Creevy. Este equipo –quizás como ningún otro, ni siquiera el del 2007- sabe que no tiene techo y que pueden ganarle a Australia si hacen el “partido perfecto”. “Ya les ganamos una vez, por qué no otra. Son mortales. Se puede. Si hacemos las cosas bien puede llegar a darse para nosotros”, confía Cordero.
Las últimas horas –de nervios y ansiedad- fueron especiales para Los Pumas. Sacando a Juan Fernández Lobbe, Juan Martín Hernández, Horacio Agulla, Juan Manuel Leguizamón y Marcos Ayerza para el resto es la primera vez en que la presión se siente tan cerca. También la ilusión de jugar los 80 minutos más importantes en los últimos ocho años de la historia de Los Pumas.
Daniel Hourcade, el comandante de este grupo, sabe por lo que van: el mayor golpe de Pumas en Copas del Mundo. Va entonces con sus mejores hombres. Tanto Creevy como Fernández Lobbe llegan tocados pero estarán desde el arranque, Marcelo Bosch regresa en el centro con Hernández al lado y Martín Landajo será el conductor del juego. “Ya demostramos que somos capaces de ganarle a Australia”, dijo en la semana el tucumano. El ideólogo de este equipo, el que lo pensó mucho antes de que pueda ser real, el que soñó la palomita de Juan Imhoff o las patadas de Nico Sánchez antes de Inglaterra 2015, sabe con lo que cuenta: “Estos jugadores sacan fuerzas de donde no las tiene para realizar partidos memorables y el de hoy puede ser uno de ellos”. Lo cree Hourcade, lo sueña Creevy. Ojalá.