La última película de Ana María Giunta
Para una actriz que siempre se destacó por su sentido del humor, su último personaje en cine fue muy agridulce. Algunos días sin música, la notable película coming of age del realizador mendocino Matías Rojo – estrenada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata – contó con una pequeña participación de Ana María Giunta en un rol que si bien tiene ribetes cómicos, la muestra como una figura que representa el costado más duro de crecer, suerte de contracara del niño que va a visitarla. Se trata de un gran papel, nada menos que el último de la actriz.
Esto decía Matías sobre el film en una entrevista que le realicé hace más de un año: «Email, Sebastián y Guzmán: ellos fueron el germen de todo. Las tres personalidades y las tres historias de ellos fueron lo primero que pensé y a partir de ahí empezó a surgir la cuestión de la trama social que en un primer punto tenía que ver con el deseo, más que nada con el deseo de muerte. No sé si hubo un origen concreto, a mí me gustaba mucho la idea de una especie de creencia compartida, es decir, que ellos creyeran en algo tan fuerte que de repente fuera más importante que todo lo otro que les pasaba en sus vidas. Incluso podía ser algo completamente falso, casi de revista de pseudociencia, pero que se convirtiera en una creencia tan poderosa que los terminara uniendo. Lo del deseo de la muerte surgió después de la idea de que tres personas desearan lo mismo y al mismo tiempo y que eso pasara. Eso lo que hacía era poner sobre el tapete la idea de la muerte, porque si la película tenía que ver con cómo ellos descubrían cosas, empezar a pensar la muerte como algo cercano era un puntapié fuerte para eso. Lo importante era mostrar cómo se construye la culpa, la culpa como una ficción, porque los chicos mismos están viviendo una ficción. Eso me parecía muy divertido. De muchas cosas del guion me fui dando cuenta después. Al comienzo, al guion fue un proceso muy espontáneo, una primera escritura casi de corrido, ya que tenía miles de anotaciones, solo había que darles forma hasta que salieran. Por eso con las reescrituras fui reubicando algunas cosas, dándoles un sentido más rígido y cerebral, pero siendo cuidadoso de que esa primera sensación que tuve al escribir, todo lo sentimental del inicio, no se perdiera. No quería intelectualizar todo aquello. Por eso, el guion se revió en función de lo narrativo pero sin romper algo que estaba ahí y que era lo que más me interesaba, y que tenía que ver con construir a la película como rito de pasaje»