Locales en Londres
Cerca de 25 mil argentinos no participarán hoy de la elección presidencial por la misma razón: estarán alentando a Los Pumas en la catedral inglesa del rugby, el estadio Twickenham, en el partido que define al segundo finalista del campeonato mundial.
Miles de hinchas argentinos viajaron esta semana -luego de que el plantel obtuviera el pasaje a seminifinales el domingo pasado-vía París, San Pablo y Madrid, en vuelos de hasta 36 horas de duración, con tal de estar en las gradas durante el histórico partido.
Todo indica que la selección argentina va a ser local en Londres, según los datos que acerca la empresa que comercializa las entradas del encuentro.
Durante toda la semana, Argentina encabezó la cantidad global de operaciones por tickets, incluso por encima de los locales hinchas ingleses.
De acuerdo a los datos relevados por el sitio dedicado a la intermediación en la compra/venta de entradas para eventos, en Ticketbis Argentina hubo un 32,5% de operaciones vinculadas al choque entre Los Pumas y los Wallabies, seguido de Ticketbis Inglaterra (28.7%); Ticketbis EventsEN (otros sites de habla inglesa) con el 20 %; Francia (5%); España (3,8%); Australia, Irlanda y Estados Unidos (2,5%); Japón y Rusia (1,2%). El precio de la localidad promedio fue de 573 euros (unos 8 mil pesos).
Las apuestas
En lo que tiene que ver con las apuestas, Australia (1.45) sigue siendo la favorita de los apostadores ante Argentina (3.25). Lo mismo que Nueva Zelanda (1.28) sobre Sudáfrica (4.50) que juegan el sábado desde las 12.
Argentina disputará la segunda semifinal de una Copa del Mundo, al igual que en 2007 en Francia, equipo que finalizó tercero al ganarle justamente al local, y contará con cinco Pumas de bronce en su plantel.
El historial general entre ambos seleccionados tiene un saldo favorable a Australia, que tiene 18 victorias contra cinco de Argentina y un empate en 24 encuentros.
El seleccionado australiano se clasificó semifinalista al derrotar en cuartos de final a su par de Escocia, por 35 a 34, con un penal polémico sancionado por el árbitro sudafricano Craig Joubert en la última jugada del encuentro.