Megajuicio: cuatro nuevos testimonios
En la audiencia debate nº 55 del IV Juicio por delitos de Lesa Humanidad, declararon Alfredo Hervida, Gabriela Elizabeth Gutiérrez, Teresita Batiz y Ana María Montenegro.
La audiencia debate Nº55 en el IV Juicio por delitos de Lesa Humanidad que se desarrolla en Tribunales Federales de Mendoza reanudó hoy con declaraciones por teleconferencia desde el Consejo de la Magistratura de la Nación. De esta forma dieron su testimonio Alfredo Hervida, Gabriela Elizabeth Gutiérrez y Teresita Batiz.
También declaró hoy Ana María Montenegro quien se hizo presente en la sala del tribunal.
El primer testimonio fue el de Gabriela Elizabeth Gutiérrez quien relató sobre el secuestro de sus padres, Manuel Alberto Gutiérrez y María Eva Fernández ocurrido el 9 de abril de 1977.
Para entonces, Gabriela tenía 5 años y había quedado al cuidado de la familia Castillo, ya que sus padres habían salido a realizar trámites. “Era una familia vecina; el padre de mi amiga era un oficial retirado”, expresó Gabriela y procedió a relatar cómo dos personas de civil arribaron a la casa de los Castillo, y tras amenazarla con armas le arrebataron la llave de su casa que celosamente guardaba a pedido de sus padres. Desde la casa vecina vio cómo su padre era golpeado al entrar a la vivienda y tras esto, los recuerdos se mezclan con gritos y golpes.
“De mis padres no supe nada más hasta los 29 años, cuando me confirmaron que habían sido asesinados al mes de haber desaparecido”, expresó la testigo que tras aquel suceso, vivió con sus abuelos maternos en Buenos Aires.
La mujer, aportó también datos sobre el asesinato de Juan Manuel Montecino, amigo de su padre, asesinado en plena vía pública y sobre lo cual declaró: “en el árbol cercano a su casa todavía están dos de los impactos que le dieron”.
Por su parte, Alfredo Daniel Hervida, dio detalles sobre su detención ocurrida el 17 de diciembre de 1976.
Hervida fue llevado a la Comisaría 31 de Guaymallén y sometido a golpes hasta ser trasladado al D2 donde permaneció aproximadamente un mes en condiciones infrahumanas, totalmente incomunicado y torturado en numerosos interrogatorios.
El testigo recordó a otros presos políticos con quienes coincidiera en cautiverio, entre ellos Miguel Ángel Rodríguez.
Producto de las torturas, Hervida sufrió quemaduras en los genitales e inmovilización de una de sus piernas. El 10 de enero de 1977, fue llevado a la Penitenciaría de Mendoza donde nuevamente fue interrogado. En esa dependencia identificó a los exoficiales Calegari y Carrizo entre los carceleros e interrogadores. Sobre la presencia de enfermeros o personal médico expresó que “era habitual que nos desvistieran y revisaran antes un interrogatorio”.
En marzo del ‘77, Hervida fue trasladado al Penal de La Plata, y posteriormente a la Cárcel de Caseros donde fue sometido a una causa Penal que lo condenó en 1978 a dos años de prisión y pago de una multa de 20.000 pesos por falta a la ley 20840. Quedó a disposición del Poder Ejecutivo Nacional hasta su exilio a Suecia en 1980.
Hervida sólo había participado en centros de estudiantes del colegio secundario Pablo Nogués. “Eso era lo que a ellos más les molestaba y querían saber mis vinculaciones con otras personas”.
Posteriormente declaró Teresita Isabel Batiz sobre el secuestro de Billy Lee Hunt, ocurrido en abril de 1977.
Billy, nacido en Tennessee, Estados Unidos, y radicado en Mendoza a los cinco años de edad. En su adolescencia se dedicó a la música y liderando la banda «Los Caravelles» (1962 – 1967) que interpretaba canciones de The Beatles. Además era estudiante en la Escuela Superior de Periodismo y militante de la Juventud Peronista desde 1974.
“Para mí era un nota de orgullo que él siendo norteamericano, militara por causas tan valiosas”, recordó Teresita sobre quien, para entonces, fuera su compañero. Billy fue visto por última vez el 2 de abril de 1977 en la casa de Rafael Bonino ubicada en la calle Arístides Villanueva. “Me dijo que si algo le pasaba, avisara a su familia”, recordó sobre ese último encuentro en el que le sugerían salir del país, pero “Billy decía que no iba a abandonar esa lucha”.
Al producirse su desaparición, la testigo expresó que la negativa era constante en cada lugar donde se consultara sobre el paradero de Billy. El peregrinar incluyó vistas al Consulado norteamericano, al Comando Policial, comisarías y presentaciones de habeas corpus por parte de familiares de Hunt.
“Era una juventud maravillosa, llena de valores”, expresó la testigo y afirmó que los militares y la policía “nos quebraron la historia, destruyeron familias y eso es algo que no se puede perdonar. Esto fue algo siniestro y necesitamos justicia”.
Finalmente, Ana María Montenegro, testigo presencial de la jornada, declaró sobre los hechos vinculados a la desaparición de su entonces compañero Daniel Olivencia, y el secuestro de su primo, Roberto Azcárate.
Ana María Montenegro habló sobre el contexto socio político, desde las preliminares al golpe cívico militar y la ejecución del plan de aniquilamiento ocurrido tanto en San Juan como en Mendoza. De la misma manera relató sobre su vínculo con Daniel Olivencia, a quien conoció en la Facultad de Antropología Escolar cursando la carrera de Psicología y compartiendo una militancia nacida en la Juventud Universitaria Peronista, para luego integrar ambos el Movimiento “Azul y blanco” y Montoneros.
En marzo de 1975, por decisión de la agrupación, la pareja se trasladó a San Juan y recibió asilo en la casa de Juan Carlos Poblete y María Cristina Moyano, ambos, actualmente desaparecidos, cuya hija nacida en la ESMA aún es buscada por familiares.
Para el mes de septiembre, Montenegro decidió retornar a Mendoza con su hija recién nacida. “San Juan era un lugar saqueado por Olivera y Dimarchi, que tras ser condenados a perpetua se escaparon”, expresó la testigo, quien al llegar a la provincia se alojó en un departamento ubicado en la calle Arístides Villanueva alquilado por Guillermo Salatti (con quien luego se casó y tuvo dos hijos). “Nuestra vida, si bien se ha constituido a través de los espantos del golpe cívico militar también por otros actos muy solidarios”, recordó Montenegro al preludiar los hechos ocurridos en ese domicilio, el 21 de marzo de 1977. Ese día, un grupo de uniformados vinculados al D2 llegó al edificio y durante 48 horas “destruyeron y saquearon todo lo que había allí”. Este hecho fue denunciado en la Comisaría 5º de la Provincia, cuya investigación nunca prosperó.
Con respecto a la detención de Roberto Azcárate, expresó: » él no tenía nada que ver con la militancia y estaba totalmente ajeno a todo lo que estaba sucediendo”. Vinculó la detención ilegal y la tortura padecida por Azcárate en el D2 debido al vínculo que los unía. “Roberto fue alguien cuyo acto subversivo que se le atribuyó fue el ser mi primo y esto es prueba del horror que quisieron implementar con ese plan de aniquilamiento por quienes aceptaron el triste rol de ser los genocidas”, señalócon firmeza.
Ana María Montenegro es una de las sobrevivientes militantes de Montoneros que partieron a San Juan y en su testimonio recordó a otros de sus compañeros de militancia, entre ellos a Ana María Moral, acribillada por la espalda en las cercanías de la Iglesia de Fátima.
“La única herramienta que tuvimos al alcance de nuestras manos fue presentar habeas corpus que -como han declarado ya- quedaron en un gancho de carnicería en la Justicia provincial”, expresó con vehemencia.
Tras estos testimonios, el Tribunal solicitó un cuarto intermedio hasta mañana martes 2 de diciembre para continuar con la etapa testimonial.