Preocupa a la industria un retroceso a los ’90

Textiles, jugueteros, manufactureros de cuero y del calzado, y los fabricantes de motos expresaron su preocupación por el giro neoliberal de Cambiemos que destruiría al sector fabril. «Si se abren las importaciones entraría el doble o triple y dejaríamos de tener trabajo», advirtió Daniel Donikián, presidente de CIMA.

La palabra «cambio» causa miedo y reminiscencia de tiempos difíciles en los empresarios de los sectores industriales sensibles a una apertura importadora irrestricta. «No hay ninguna posibilidad de que no exista el libre comercio», reveló el candidato a ministro de Economía por Cambiemos, Carlos Melconian, en un almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción. Por ello, ante un balotaje entre el oficialismo, liderado por Daniel Scioli y el dirigente de la oposición, Mauricio Macri, muchos empresarios, en particular en el sector de pymes, pusieron el grito en el cielo y reclamaron mayores especificidades y propuestas concretas.

Tiempo Argentino consultó a referentes de los sectores sensibles como las manufacturas de cuero, la producción de motocicletas, calzado, juguetes y vestimenta. La defensa de la administración de las importaciones y la protección de la industria nacional fue un reclamo unánime. Matías Furió, presidente de la Cámara de la Industria del Juguete, opinó que «Macri debe decir qué va hacer. Nosotros no estamos con ningún candidato, seguimos un modelo industrial y un modelo de administración de comercio». El dirigente agregó que «con Scioli ya sabemos, porque sabemos cuál es el modelo industrial de la provincia de Buenos Aires. No tenemos sorpresas ahí. Internamente hace más de 10 años venimos creciendo y contratando gente». Miguel Faraoni, empresario juguetero, también fue enfático en su rechazo respecto del neoliberalismo. «Quiero creer que es imposible volver a los ’90. De 250 fábricas quedaron solo 50, de las cuales alrededor de 30 eran importadoras. Yo tuve que diversificar el negocio y trabajar para otras empresas. Estuvimos al borde del abismo.» El principal problema es la competencia desleal de países que utilizan el empleo precario como fuente de competitividad. «En China para producir zapatos, los trabajadores cobran U$S 80 por mes y la jornada es de 16 horas, mientras que acá un operario cobra U$S 1000 y uno calificado U$S 1400, por lo que estamos en desigualdad de condiciones», se quejó Alberto Sellaro presidente de la Cámara de la Industria del Calzado (CIC).

Las consecuencias de una apertura serían catastróficas: «Si se abren las importaciones entraría el doble o el triple y dejaríamos de tener trabajo. Lo primero que hacen los empresarios es aguantar, gastándose el capital para recomponer las pérdidas y precarizando el trabajo, pero al final terminaríamos sin la gente y sin el capital», explicó Daniel Donikian, presidente de la Cámara de la Industria de Manufacturas de Cuero (CIMA). El proceso de desindustrialización podría ser más violento que en épocas pasadas, según el empresario. «Algunos me dicen ‘yo ya aprendí de la década de los ’90, si abren el comercio me transformo importador y con lo que gano pago las indemnizaciones'», y reclamó no retomar esas políticas. El secretario de Comercio de la entidad, Ariel Aguilar, admitió que «vemos con muchísima preocupación el discurso que ha planteado históricamente Mauricio Macri y un eventual triunfo». El sector de las motocicletas es uno que devino sensible a la competencia extranjera en la última década. El titular de la Cámara de Fabricantes de Motovehículos (CAFAM), Lino Stefanuto rememoró que «en los ’90, China producía motocicletas de muy mala calidad. Nosotros éramos caros, pero competíamos con Japón, que era caro  también. Hoy, China ha avanzado mucho en calidad, y necesitamos defender la industria y avanzar en la integración”. Para Luciano Galfione, dirigente de ProTejer, «es una falacia lo del bloqueo de las importaciones. En el pico de la Convertibilidad, perdimos el 80% de la industria, y la entrada era de U$S 800 millones. Hoy, exportamos U$S 600 millones, vendemos al mercado interno U$S 3500 millones y generamos 425 mil empleos, y las importaciones son de U$S 1400 millones». «Una apertura indiscriminada es algo que no existe en ningún lugar del mundo», señaló Luciano Galfione. «Andá a exportar hilados de algodón en EE UU, es imposible, hay miles de trabas y regulaciones. En Europa, por ejemplo, existen normas muy restrictivas para la importación de juguetes, la Argentina no está ni cerca de colocar sus productos. Abrirse cuando todo el mundo protege sus industrias estratégicas es un sinsentido», concluyó el empresario.

Los desafíos de la próxima década

Los empresarios destacaron la necesidad de nuevas políticas industriales en la próxima década. El dirigente del sector textil, LucianoGalfione, indicó que en su rubro hay que «agregar ciencia y tecnología en el diseño de productos, promocionar la internacionalización de las marcas, atacar el trabajo informal, que es un gran flagelo y revisar el régimen de promoción fabril en Tierra del Fuego para obligar a las firmas a que agreguen más valor».

Desde la Cámara de Manufacturas de Cuero (CIMA), Daniel Donikian, señaló que «los productores de cuero venden a China el producto más barato que a nosotros, tenemos que cambiar eso. También, necesitamos leyes impositivas que beneficien a pymes.»

Lino Stefanuto, presidente de la Cámara de Fabricantes de Motos (CAFAM), anunció que «nosotros impulsamos una ley para que se promueva la fabricación nacional y la integración local. Hoy el 80 a 90% de los componentes son importados. Podemos hacer soldaduras, pinturas y partes metálicas.»

TEXTUALES

«No sólo crecimos, pasamos de menos de 100 empresas a más de 1000 gracias a  la protección», Daniel Donikian (presidente CIMA).

«El consumo interno de la última década nos permitió pasar de 9.000 empleados a 80 mil», Alberto Sellaro (presidente CIC).

«La apertura habilitaría a 50 importadores a traer motos en cajas y destruir el empleo», Lino Stefanuto (presidente CAFAM).