Trabajar más horas y menos días
Trabajar sólo tres días por semana, pero jornadas de once horas. Esta es la propuesta del magnate mexicano Carlos Slim -dueño de una de las mayores fortunas del mundo, estimada hoy en 79.600 millones de dólares-, quien entiende que de ser adoptado ese nuevo ordenamiento del trabajo repercutiría favorablemente en la economía mundial. ¿De qué modo?: las personas gozarían de más tiempo libre, se reducirían los índices de desempleo a partir de la generación de más puestos de trabajo, sobre todo en el área del ocio y el entretenimiento y los servicios públicos podrían funcionar las 24 horas, según su apreciación. La propuesta -que el multimillonario planteó durante un encuentro empresario en Paraguay pero que ya había esbozado anteriormente durante una conferencia sobre desempleo en la sede de la ONU en Ginebra, en 2012- instaló el debate. Y su planteo está en consonancia con el expuesto oportunamente por Larry Page, cofundador de Google. quien también se pronunció a favor de que se trabaje menos tiempo. Sin embargo, la propuesta -que incluye además la idea de que se retrase la jubilación, teniendo en cuenta la prolongación de la expectativa de vida- fue duramente criticada por economistas que la consideraron “inviable” y gremialistas que estimaron que una jornada de 11 horas resultaría extenuante, mala para la salud y, además, los salarios de los trabajadores se verían disminuidos. También desde sectores empresarios se consideró que la propuesta es “poco práctica para la organización interna e las empresas”, sobre todo en los sectores industriales, donde sería difícil darles continuidad a los proyectos. Para el economista platense Martín Tetaz, “la de Slim es una idea provocadora, que plantea de un modo abrupto y difícil de implementar, algo que ya es tendencia en muchos países: la idea de reducir la cantidad de horas trabajadas e incrementar el tiempo libre. Quizás el modo de implementarla sería a manera de prueba en algunos empleos nuevos”. Tetaz remite a la economía de la felicidad -un desprendimiento de la economía del comportamiento fundada a principios de los años ´70 por el premio nobel Daniel Kahneman y su colaborador Amos Tversky- que ya demostró probadamente que el tiempo compartido con los seres queridos reporta a las personas más felicidad que los bienes materiales. Con todo, esto no alcanza para hacer viable en el mundo actual a la propuesta de Slim: “¿Es viable? Difícil, porque la sociedad actual está embarcada en una carrera frenética por el consumo. Y para que esta propuesta prosperara se necesitaría un cierto consenso, porque bajaría la producción de bienes y la gente trabajaría menos, pero también ganaría menos”, dice Tetaz. Aún así, cree que hay una tendencia hacia la reducción del tiempo dedicado al trabajo en el mundo. Menciona, por ejemplo, el caso de Francia, que recientemente redujo la jornada laboral a seis horas y media o hasta el de nuestro país, donde creció notablemente la cantidad de días feriados en los últimos años. “Más allá de la propuesta provocadora de Slim, creo que es posible converger hacia jornadas más cortas o más días libres. Durante una parte del siglo XX, por caso, se iba a la escuela los sábados. Y no sería descabellado pensando que, paulatinamente, por ejemplo, se vayan liberando en el futuro los viernes”, dice el economista platense.