El olivo argentino en Tierra Santa
El papa Francisco estará acompañado en el viaje por dos compatriotas amigos -un judío y un musulmán- y encabezará la plantación en Jerusalén de un olivo de Bahía Blanca como signo de paz.
Como ejemplo y símbolo de diálogo, Francisco incluyó en la delegación a dos viejos conocidos suyos de su trabajo pastoral en Buenos Aires: el rector del Seminario Rabínico Latinoamericano, Abraham Skorka, y el ex secretario general del Centro Islámico de la República Argentina, Omar Abboud.
«Es un inesperado honor poder ser parte de la delegación oficial y acompañar a Su Santidad en este viaje tan singular», dijo el dirigente musulmán en diálogo con Télam, horas antes de emprender el viaje que se iniciará el 24 de mayo y concluirá dos días después.
«El tránsito de este Papa por el mundo genera huellas por su mensaje religioso en particular y por los temas que trata, relacionados con la justicia, la paz, la inclusión y la cultura del encuentro», agregó.
Para Abboud, también presidente del Instituto del Diálogo Interreligioso, «en el hecho de llevar a un rabino y a un dirigente islámico hay un claro mensaje en términos de la importancia del diálogo interreligioso en el mundo actual».
Y agrega: «Me atrevería a decir que es una de las columnas vertebrales de la travesía».
El organismo que conduce Abboud en Buenos Aires -junto al sacerdote Guillermo Marcó y el rabino Daniel Goldman- fue una «clara inspiración» del entonces arzobispo de Buenos Aires, hace ya más de una década.
«Nos brindó en ese entonces su apoyo y los lineamientos. Sin duda es una experiencia netamente Argentina, que se genera a partir de la voluntad de construir más comunidad», dice Abboud.
Además, destaca la «generosidad que ha tenido la Iglesia en todo este proceso», ya que al ser la religión católica mayoritaria «el espacio de participación que tenemos las minorías es importante».
En cuanto a los temores suscitados por las amenazas a los cristianos expresadas por extremistas judíos en en Tierra Santa, Abboud contesta con una típica frase de Bergoglio: «El diálogo es también vencer los miedos» y destaca la decisión de Francisco de no utilizar vehículos blindados durante la visita.
Por su parte, Skorka afirma que la realización del viaje junto a Bergoglio es la concreción de un viejo sueño: «Ya nos hemos encontrado tres veces en Roma y, en una de esas reuniones, nos pusimos a soñar de encontrarnos juntos» frente al Muro de los Lamentos.
Así lo expresó en una entrevista con la revista Civilta Cattolica, en la que el rabino argentino explicó que ese sueño consiste en «abrazarnos» frente al Muro «para dar un sentido a los dos mil años de diferencias entre judíos y cristianos».
Sorka destacó, por otro lado, la importancia de acompañar al Papa a Belén para «estar junto a él en un momento tan significativo para su espíritu, como gesto de amistad y de respeto», y para «dejar un mensaje de paz indeleble a todos los pueblos y naciones de esa región».
En tanto, en un artículo publicado en el diario vaticano «Osservatore Romano», titulado «Los caminos de la paz», el rabino deja en evidencia el sentido del peregrinaje para los judíos, que es como ponerse frente a Dios «ofreciéndole lo mejor de los regalos: una realidad en la tierra que pueda bendecir plenamente con su paz».
La otra impronta argentina en el viaje estará dada por un olivo proveniente de una plantación de la Cooperativa Olivícola de la localidad de Cabildo, en Bahía Blanca, que ya se encuentra camino a Tierra Santa.
Como símbolo de paz, el olivo será plantado por el papa Francisco en el legendario Huerto de los Olivos, que la tradición cristiana atribuye al lugar donde Jesús oró antes de ser entregado para ser crucificado, repitiendo el mismo gesto que hace 50 años realizó el papa Pablo VI.
«Francisco rezará como lo hizo Jesús para que se derriben todos los muros de la enemistad, de los odios, guerras y divisiones. Seguramente tendrá presente en su oración esa frase que con frecuencia solía repetir estando todavía en la Argentina: `La unidad es superior al conflicto`», dijo el arzobispo de Bahía Blanca, Guillermo Garlatti al bendecir la planta.