Argentinos, desarrollan apps y venden en el exterior

Una investigación de Tiempo Argentino los descubrió. Son pocos y buenos. Tienen menos de 30 años, altos ingresos y reconocimiento internacional. Son argentinos y trabajan acá, pero lo que ellos fabrican lo usa todo el mundo en cualquier parte. «Son los grandes arquitectos del futuro», define Juan Francisco Di Nucci, socio fundador de Must Mobile, una agencia de servicios para celulares con seis años de trabajo y oficinas en México y Chile. Se refiere a los desarrolladores de software para teléfonos inteligentes, responsables de «las mayores estructuras tecnológicas que hoy se utilizan». El éxito de Preguntados, una aplicación que ya tiene más de 100 millones de descargas en todo el mundo, «es apenas la punta del iceberg», asegura Federico Gurban, miembro de la Comisión de Desarrollos de Celulares de la Cámara de Empresas de Software y Servicios Informáticos (CESSI).

Juan tiene 32 años y es uno de los más viejos de Must Mobile, una empresa que fundó en 2008 con Tomás Cohen y Lautaro Rodríguez Barreiro, y que ya tiene 23 empleados. Entonces, recuerda, tenía un Blackberry 8520, de los celulares más modernos que podían verse por la calle.

«La cultura de desarrolladores argentinos comenzó a evolucionar de una manera descomunal».

Ellos venían de la industria discográfica, «un titanic en medio de la tormenta perfecta», y en 2004 habían decidido saltar a los celulares ofreciendo el valor agregado del momento: ringtones y fondos de pantalla. Cuando llegaron los teléfonos inteligentes «nos tocó evangelizar», dice Juan. Como acá no se hacía desarrollo de aplicaciones, empezaron contratando programadores del exterior. Pero rápidamente cambió.

«En tecnología hablamos de los años perros: lo que antes pasaba en siete años ahora pasa en uno. Y la cultura de desarrolladores argentinos comenzó a evolucionar de una manera descomunal.» Hoy «el 100% del desarrollo de Must para toda América Latina se hace en Argentina y próximamente estamos viajando a la Mobile World Congress, el congreso de innovación para celulares más importante del mundo de la mano de Exportar, la agencia de promoción comercial dependiente de Cancillería».
Casi todas las 128 app desarrolladas por Must fueron hechas a pedido de grandes empresas. Pero con la experiencia que fueron ganando en este tiempo decidieron armar un «laboratorio de desarrollo» para lanzar productos propios. Actualmente ya tienen dos y para este año planean presentar quince.

A Federico Rinaldi siempre le gustaron las computadoras. A los ocho años aprendió a programar de forma autodidacta y a los 16 comenzó a trabajar en la industria del software. Para esa época ya participaba de los foros de hackers. Allí contó cómo hizo para desbloquear el iPhone y subirle programas propios. Fue una de las primeras personas en hacerlo público y su blog pasó de tres a cien visitas diarias. Hoy, con 30, es socio fundador y responsable de tecnología de Spirit Consulting, una consultora de desarrollo de software para celulares que creó hace un año y medio con tres socios. En abril se irá a Irlanda a reunirse con clientes. Allí, además, está su hermano y otras dos personas de Spirit.

Federico estudió Ingeniería en Sistemas en la UTN hasta cuarto año. Ya tenía seis trabajando y la demanda laboral le sacaba demasiado tiempo. Se dedicó al desarrollo freelance y vio el potencial del rubro, así que se puso a estudiar Economía en la UADE, donde conoció a Ivan Koch y decidió sumarlo al proyecto de Spirit. Hoy son ocho personas y la mitad de ellas trabaja para clientes del exterior.

Hasta ahora, siempre avanzaron a pedido de grandes clientes. El desarrollo de una aplicación para manejar Banelco desde el celular fue su gran salto como empresa ya que los puso a trabajar con grandes arquitecturas. «Es que el mercado pide desarrollos de celulares. Hoy se maneja el concepto Mobile First. Es decir que, ante cualquier problema, siempre pensar una solución primero para los celulares.» Iván resume: «Así como antes necesitabas sí o sí una web para ser alguien, hoy las empresas necesitan una aplicación para celular.»

A los 24 años Hernán Borré y Gabriel Calero se dieron cuenta de que era su momento para tomar el cielo por asalto. Comenzaron a juntarse en el McDonalds que queda cerca de la UTN, donde estudiaban Ingeniería en Sistemas, para diseñar la primera aplicación que les daría fama y dinero. Su idea no era «dar servicios», sino «hacer productos y venderlos para el mundo». Se mudaron al garaje de la casa de Hernán y trabajaron durante seis meses en Mobette, una app que buscaba ser una tarjeta de beneficios y descuentos para el celular. Mientras luchaban por hacer lucrativa su propuesta, comenzaron a llegarles pedidos de otras empresas. «Ahí nos dimos cuenta de que necesitábamos la plata», explica entre risas el momento en que decidieron pegar el volantazo y, a mediados de 2010, abrieron una consultora. Hoy son ocho, cuyo promedio de edad ronda los 28 años.

«El 70% de nuestros trabajos son para Argentina y el 30% para EE UU, pero queremos revertirlo», cuenta Hernán. Así podrían seguir creciendo y quizás dedicarse a sus propios proyectos, de los cuales sólo queda uno vivo en la tienda de Google. Se trata de Itelo, una app con geolocalización para elegir albergue transitorio. «Nuestra intención era cobrarles a los dueños de los telos, pero se nos hizo muy difícil.»