Cuando la ira no tiene límites

La justicia de familia estaba en conocimiento de lo que ocurría en el seno de un matrimonio en conflicto de pareja. Desde hace tiempo que una serie de denuncias incorporadas al expediente dispararon el alerta para impedir el acercamiento del hombre al domicilio donde residía su esposa.

Si bien la situación externa no denotaba un cambio tan drástico en el accionar de la persona acusada, los códigos de prevención no se activaron en tiempo y forma para evitar la tragedia.

Durante la siesta de ayer, José Ontiveros, auxiliar de la policía local no encontró otro motivo para expresar su despecho por haber sido engañado por su esposa, Yamila Monje  y con los cinco sentidos en orden, la mente fría y el corazón caliente de ira contenida porque su ex había entablado una nueva relación con un colega de la fuerza de seguridad, abrió fuego deliberadamente con todo lo que tenía a su paso.

El primer inocente en recibir tanta descarga injusta fue el niño Benjamín Monje, sobrino de Ontiveros que estaba jugando con su bicicleta en la vereda de la vivienda. En su camino hacia encontrar su propia justicia y utilizando un arma 9 milímetros muy parecida a la utiliza en su profesión policial, también atacó y baleó en más de seis ocasiones a su suega Beatriz Fernández que salió del interior de la casa tras escuchar las detonaciones.

Pero no todo queda supeditado a este triste relato, una vez consumado lo que el propio Ontiveros trajo en su mente desde hace un tiempo a esta parte, llamó telefónicamente a Yamila para contarlo lo que había hecho.

Frío, calculador, una acción lamentable que provocó también un severo intercambio de balas a pleno sol y en la vía pública por parte del asesino y sus parientes directos, que también son policías, quienes atacaron con sus respectivas armas reglamentarias a Ontiveros al ver que su hijo estaba sin vida tirado en la vereda.

Las preguntas a responderse por quienes tienen una directa ingerencia en este tipo de casos son las siguientes: Si el hombre tenía restricción para acercarse al domicilio, ¿por qué no se le quitó el arma reglamentaria? Los padres del chico fallecido reaccionaron empuñando armas y tirando a mansalva en procura de hacer justicia, ¿lo pueden hacer siendo ambos policías? ¿Se midieron las consecuencias a terceros o se aplicó una reacción inadecuada?

Al parecer, luego de esta tragedia quedan abiertas diversas incógnitas que hacen a la tarea preventiva de quienes tienen a su cargo evitar este tipo de hechos y desde la misma sociedad se insiste en poner coto a tanta intolerancia e irresponsabilidad de personas que están capacitadas para cuidar a cada mendocino.

 

Redacción/Juan Carlos Martinez