Israelíes y palestinos: otra vez entre la guerra y la diplomacia

La serie de ataques con cuchillo y el incendio de la Tumba de José en Cisjordania, protagonizados por jóvenes palestinos, plantean la necesidad urgente de proclamar un Estado en Palestina que viva en paz con Israel.

Respaldados por grupos fundamentalistas, esta nueva especie de «lobos solitarios», de entre 15 y 20 años, creen que deben hacer algo para revitalizar la causa de la independencia palestina tras décadas de ocupación israelí de sus territorios.

El incendio de la Tumba de José, un lugar sagrado judío ubicado en la ciudad de Nablus, fue condenado el viernes por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abbas, quien dijo que era un acto irresponsable que no refleja sus principios ni los del islam.

Algunos analistas temen que esta nueva ola de violencia, iniciada el primero de octubre en Jerusalén Este con el apuñalamiento de una pareja de colonos judíos, pueda derivar en una nueva Intifada (sublevación).

«La Intifada en Jerusalén ha enviado un mensaje de que Jerusalén no es una ‘línea roja’, sino el nombre de la estrategia en el conflicto con Israel», dijo Ismail Haniyeh, líder del Movimiento de la Resistencia Islámica (Hamas), después de visitar a palestinos heridos en disturbios, según la agencia palestina de noticias Maan.

La primera Intifada empezó en 1987 y concluyó con los Acuerdos de Oslo y la creación de la ANP en 1993. La segunda revuelta fue en 2005 y dejó más de 5.000 palestinos y un millar de israelíes muertos.

Un grupo de organizaciones de derechos humanos israelíes, encabezadas por B’ Tselem, rechazaron en un comunicado la táctica del ejército israelí de disparar a matar y la calificaron de «ejecuciones extrajudiciales» de sospechosos palestinos.

Criticaron, en especial, al ministro de Seguridad Interior israelí, Gilad Erdan, quien señaló que «todo terrorista ha de saber que no sobrevivirá al ataque que está a punto de perpetrar».

A raíz de esta nueva ola de violencia, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dispuso una serie de medidas que incluyen la demolición de casas y la confiscación de los bienes de los autores de los atentados.

Convencido de que los israelíes deben hacer frente a estos ataques, Netanyahu rechazó que el ejército haya hecho un excesivo uso de la fuerza y dijo que está dispuesto a reunirse con el presidente Abbas para analizar la crisis.

Esta actitud del premier israelí fue respaldada por el gobierno del presidente estadounidense, Barack Obama, quien afirmó que Israel tiene derecho a proteger a sus ciudadanos de los apuñalamientos llevados a cabo por jóvenes palestinos.

«Este tipo de violencia aleatoria no llevará a otra cosa más que a mayores dificultades y mayor inseguridad», dijo el primer presidente negro de la Unión.

Por eso Obama prevé que próximamente viaje a Medio Oriente el secretario de Estado, John Kerry, para mediar en el conflicto luego de su fracasado plan de paz de nueve meses en enero de 2014.

Más allá de esta nueva crisis que sufre la región, Netanyahu parece también preocupado por lo que ocurre en la vecina Siria, país envuelto en una guerra civil desde 2011, donde Rusia ha empezado a bombardear a las milicias del Estado Islámico (EI) que pretenden establecer un califato entre Bagdad y Damasco.
A estos ataques se ha sumado un número importante de fuerzas terrestres iraníes, bajo dirección del ejército sirio.

Por ese motivo, Netanyahu viajó el pasado 21 de septiembre a Moscú, donde firmó una serie de documentos con el presidente, Vladimir Putin, para evitar cualquier incidente entre los ejércitos israelíes y ruso. Ambos señalaron que Israel y Rusia tienen un interés común: el de garantizar la estabilidad en Medio Oriente.

«Los intereses israelíes tienen que ver con (el grupo) Hezbollah en el Líbano y la contención de Irán. De alguna forma Israel y Rusia quieren establecer reglas de juego y ‘líneas rojas’ para evitar, por ejemplo, un enfrentamiento entre sus respectivas fuerzas aéreas en los cielos de Siria», dijo Arie Kacowicz, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

En declaraciones a Télam, el analista señaló que «la acción política israelí puede ser también interpretada como otro intento de Netanyahu de demostrar su autonomía respecto a los Estados Unidos».

Con la Casa Blanca dando marcha atrás en su retiro de tropas en Afganistán, Israel preocupado por el EI y la situación en Siria, el conflicto entre israelíes y palestinos podría estar viviendo una de sus crisis que, finalmente, son solucionadas por medio de la diplomacia.

De todos modos, los fantasmas de la guerra están siempre presentes en esa convulsionada región, donde los fundamentalistas de uno y otro bando están listos para buscar sus propios beneficios por encima de la razón y la justicia.

Bajo ese concepto parece moverse también la Organización de las Naciones Unidas, cuyo Consejo de Seguridad se reunió para analizar la grave situación.

Más allá de condenar el ataque contra la Tumba del patriarca José, el organismo multinacional advirtió que si estos hechos no son solucionados a través del diálogo, podrían tener «consecuencias catastróficas» para israelíes y palestinos, con serias repercusiones en la región.