Obama busca impuestos en el exterior

El presupuesto fiscal 2016 del presidente Barack Obama buscará aplicar nuevos impuestos a ganancias de billones de dólares que compañías norteamericanas obtienen en el exterior y establecer una estrategia para gravar esas utilidades en el futuro.

En el presupuesto fiscal divulgado hoy, Obama pedirá un impuesto extraordinario de un 14% sobre las ganancias obtenidas en el exterior durante años por multinacionales como General Electric, Microsoft, Pfizer y Apple.

Esta tasa «excepcional» apunta contra una práctica legal (Tax inversion), aunque muy controvertida: la posibilidad de que las empresas norteamericanas puedan acumular una parte de su beneficio en el exterior, fuera del alcance del fisco de los Estados Unidos.

Varios grandes grupos de la industria estadounidense aprovecharon esta brecha para esquivar el impuesto a las empresas en los Estados Unidos, uno de los más elevados entre los países industrializados, con una tasa de 35 por ciento. Con el paso de los años, estos grupos acumularon en el exterior unos u$s2,1 billones.

El gobierno estadounidense tiene esos billones en la mira y propone en su presupuesto un acuerdo en dos partes, que no obstante tiene escasas posibilidades de prosperar en el Congreso, donde los republicanos son mayoría.

En un primer tiempo, un impuesto «excepcional» de 14% sería aplicado sobre el total de esos fondos que podrían ser entonces repatriados con toda legalidad a Estados Unidos.

Las arcas del Estado recibirían, gracias a ello, u$s238.000 millones en ingresos fiscales adicionales que servirían para financiar un plan de inversiones de seis años en las infraestructuras del país (carreteras, puentes, etc), hoy vetustas.

Luego, las empresas deberán pagar cada año «al menos» 19% de su beneficio en el exterior «en el momento en que es percibido» y no podrán como antes diferir el pago de sus impuestos, según el proyecto de presupuesto.

El gobierno busca de esta manera acabar con un debate en Estados Unidos, en el que algunas empresas fueron acusadas de utilizar estos fondos «offshore» para recomprar a sus rivales y arraigarse artificialmente en el exterior y así evadir al fisco.

Obama fustigó en septiembre estas transacciones que dejaban, según él, a la clase media «pagar la cuenta» y el mismo mes, el Tesoro anunció algunas medidas específicas.

Obama vuelve a dar un latigazo ahora proponiendo una solución más perenne, que viene aparejada a una rebaja del impuesto sobre los beneficios a 28 por ciento.

Estas propuestas de Obama son parte de un amplio paquete de reformas tributarias que el presidente dice que tiene como objetivo ayudar a la clase media de los EEUU.

Un antecedente en 2004
Aunque este impuesto «excepcional» sea percibido como un guiño por la clase media, es probable que el sector de los negocios no lo vea con tan buenos ojos.

Una de las principales agrupaciones de empresas estadounidense, Lift, advirtió que un impuesto excepcional «no sería suficiente» y que haría retroceder «aún más» la competitividad fiscal en Estados Unidos.

Las empresas sin duda preferirían la solución propuesta en 2004 por el gobierno de George W. Bush, quien les había permitido repatriar sus fondos en el exterior contra el pago de un impuesto mucho más bajo (5,25%), con la esperanza de impulsar el crecimiento y las inversiones.

Según James Henry, de la ONG Tax Justice Network, la solución de Obama no es «tan mala» como aquella implementada por su predecesor pero el hecho de ofrecer una rebaja impositiva, sigue permitiendo a las empresas «sortear» sus deberes fiscales.

Este experto duda igualmente que un regreso de estos fondos a Estados Unidos tenga un «efecto» sobre la inversión o la actividad en el país.

«Contrariamente a lo que se pensaba, no permitió que se creara ningún puesto de trabajo en 2004», según Henry.