Primera huelga internacional contra Uber

Por primera vez en la historia de la empresa de transporte, sus choferes se “apagan” de la aplicación en todo el mundo como forma de protesta. El paro que alcanza a EE.UU., varios países de Europa y también de América Latina, es en reclamo por las comisiones que cobra la compañía que, el viernes, comenzará a cotizar en la bolsa de Nueva York.

En Argentina la Asociación de Personal de Plataformas (APP), que reúne también a trabajadores y trabajadoras de Rappi y Glovo, informó que se suman a la medida de fuerza. “Mientras Uber desembarca en Wall Street, las y los trabajadores del mundo nos organizamos y paramos en defensa de nuestros derechos”, sostuvieron.

La principal demanda está vinculada a la distribución de las ganancias de la empresa. Mientras que la firma va a ingresar al mercado de valores con un precio inicial estimado de más de 90.000 millones de dólares con enormes ingresos para sus ejecutivos, ha cambiado el sistema de pago a sus empleados y empleadas (a quienes no reconoce como tales, sino como asociados) reduciendo de hecho sus salarios.

Steve Gregg, conductor de Uber y organizador del sindicato Gig Working Rising en San Francisco, EE.UU., explicó a The Washington Post que su sueldo actual ronda los 900 dólares por semana por 60 horas de trabajo después de los gastos. Hace dos años ganaba 1.200 por 40 horas.

En la misma línea Yaseen Aslam, secretario de la rama de conductores privados del sindicato Independent Workers of Great Britain, historizó: “Desde que Uber llegó al Reino Unido en 2012, ha reducido progresivamente la paga y las condiciones en el sector hasta el punto en que muchos conductores ahora se ven obligados a trabajar más de 60 horas a la semana para sobrevivir”.

Nuevas formas de explotación, históricas formas de lucha

A pesar de la tendencia mundial a la precarización laboral y el no reconocimiento de las y los trabajadores que han impulsado estas empresas de plataformas, la organización gremial emerge como respuesta en distintos países.

Ya el año pasado se dio el primer paro en Rappi Argentina. En simultáneo en Amazon España el almacén logístico de la compañía de mensajería (cuyo propietario, Jeff Bezos, es el hombre más rico del mundo) no abría sus puertas por una medida de fuerza sindical. A ambos lados del Atlántico estos trabajadores y trabajadoras no reconocidas exigían un convenio colectivo y derechos laborales básicos.

El objetivo de dividir y fragmentar a la clase trabajadora, incluso desde una perspectiva ideológica creando la falsa figura del “emprendedor” o “socio”, que impulsa el capital a nivel internacional encuentra hoy una resistencia también global que se asienta en históricas formas de organización y lucha.

Este 8 de mayo, la acción internacional contra Uber marca un nuevo hito en esta dinámica de la lucha de clases del siglo XXI.