Tras la acción policial, Rousseff visitó a Lula en su casa

LA PRESIDENTA DE BRASIL DIO UN SÓLIDO RESPALDO A SU ANTECESOR Y MENTOR POLÍTICO, AL VISITARLO UN DÍA DESPUÉS DE QUE EL EX MANDATARIO FUERA LLEVADO A DECLARAR DE FORMA COERCITIVA ANTE LA POLICÍA POR SOSPECHAS DE CORRUPCIÓN.

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dio hoy un sólido respaldo a su antecesor y mentor político, Luiz Inácio Lula da Silva, al visitarlo un día después de que el ex mandatario fuera llevado a declarar de forma coercitiva ante la Policía por sospechas de corrupción, y se mostraron juntos ante cientos de militantes que se acercaron a dar apoyo.

La presidenta llegó poco después del mediodía al edificio de Sao Bernando do Campo, en el interior de San Pablo, en el que vive el fundador del gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y fue recibida con aplausos por una multitud que realiza una vigilia desde ayer frente a la residencia del líder petista, informó la TV Globo.

«¡No habrá golpe!», fue la consigna con que la multitud recibió a la presidenta, quien enfrenta a su vez un proceso con miras a su destitución en la Cámara Baja y pedidos de renuncia por parte de opositores, lo que es considerado por el gobierno como «meros intentos golpistas».

Según la prensa, la presidenta llegó en un vehículo con la ventana baja, y entró en el garaje del edificio sin parar en la calle, pero luego salió, junto a Lula y su esposa, Marisa Leticia, para saludar a los presentes.

Rousseff y Lula aparecieron en la ventana del departamento del ex presidente, y éste levantó el brazo de su sucesora y ahijada política, en un gesto que inflamó a la multitud.

Desde allí, con el puño izquierdo alzado, Rousseff saludó a los simpatizantes, quienes coreaban «Lula, guerrero del pueblo brasileño» ondeando banderas y camisetas rojas.

Minutos antes, Lula había bajado de su departamento y salido del edificio para saludar y mezclarse con los militantes, muchos de ellos que permanecieron en el lugar durante toda la noche en solidaridad con el político.

La visita de la mandataria fue parte de una parada antes de continuar su viaje a Porto Alegre, donde tiene su domicilio particular y esperaba pasar el fin de semana sin compromisos oficiales.

La relación entre Rousseff y Lula se había enfriado en los últimos meses debido a discrepancias respecto a la conducción de la economía y también porque, según medios locales, el ex presidente se quejaba de no ser escuchado por la mandataria.

No obstante esa distancia que marcaban la prensa, que hasta especuló con una fractura del PT con Rousseff, horas después que el ex presidente fuera llevado a declarar, la mandataria expresó a través de un comunicado su «plena disconformidad» con lo sucedido.

Ayer, Lula fue conducido en forma coercitiva a primera hora de la mañana para declarar ante la Policía Federal, que lo interrogó durante más de tres horas por la causa de corrupción en Petrobras.

«Manifiesto mi plena disconformidad con el hecho de que un ex presidente de la República, que muchas veces compareció voluntariamente para ofrecer aclaraciones ante las autoridades competentes, sea ahora sometido a un innecesario traslado coercitivo para dar testimonio», expresó Rousseff.

Mientras que el ex gobernante dijo tras ser liberado que había sentido «prisionero» y criticó la «ofensa» que, supuso el interrogatorio al que fue sometido.

«Si quisieron matar a la cobra, no le dieron en la cabeza, le dieron en la cola. Y la cobra sigue viva», alertó indignado Lula, quien, respaldado por los militantes del PT confesó que se había sentido «como un prisionero».

La acción policial volvió a caldear los ánimos entre simpatizantes y opositores del ex mandatario, quienes se movilizaron en varias ciudades para protestar a favor y en contra de Lula, incluso llegándose a agredir físicamente, como ocurrió frente a la casa del ex gobernante.

Como consecuencia de ello, hoy la sede del Instituto Lula, orientado por el ex presidente, amaneció pintarrajeada. «Lula ladrón, basta de corrupción, la hora llegó, corrupto», fue el mensaje escrito en una de las paredes del edificio donde funciona la institución, uno de los varios locales allanados ayer en el operativo policial.

Tras recibir respaldo de varios presidentes de la región y de la Unasur, hoy se sumó la declaración del presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien calificó como una «persecución» humillante, la retención a Lula para interrogarle por Petrobras.

Aseguró también que ese suceso posiblemente forma parte de una «persecución de los grupos conservadores» de la región.

«Estoy seguro que no tiene nada que ver en los supuestos escándalos de los que se le acusa, pero, si quieren investigar, que lo hagan con el debido proceso, pero se ha querido humillar. Todo esto es parte del ataque contra los gobiernos progresistas», añadió.

Por otro lado, hoy el juez federal Sergio Moro, quien lleva el caso Petrobras, afirmó en que el interrogatorio al que fue sometido ayer Lula no anticipa su «culpa”.

«Medidas de investigación buscan solo el esclarecimiento de la verdad y no significan la anticipación de culpa del ex presidente», señaló Moro en un comunicado sobre la declaración obligatoria ante las autoridades de Lula y el registro ayer a su casa, sus oficinas y otras propiedades de sus familiares y allegados.

Las sospechas contra Lula parten de denuncias realizadas por el Ministerio Público Federal (Fiscalía).

Según el organismo, existen «evidencias contundentes» de que el ex dirigente sindical se benefició con los desvíos de fondos en la petrolera estatal y favoreció además a sus familiares y al PT.