Turquía acusó al Estado Islámico del atentando que dejó 10 muertos en Estambul

En medio de la confusión inicial y mientras funcionarios del gobierno informaron en un primer momento de forma anónima a la prensa que todas las víctimas fatales eran ciudadanos alemanes, el primer ministro turco Ahmet Davutoglu confirmó que todos son extranjeros, sin brindar mayores precisiones.
Poco después, desde Berlín el ministro de Exteriores germano, Frank-Walter Steinmeier, informó que ocho de los fallecidos son alemanes, mientras que su homóloga de Perú, Ana María Sánchez, identificó a una peruana herida como Daniela Bisan pero todavía no confirmó si entre los diez fallecidos hay un peruano, como había informado en un principio.

En consecuencia, por el momento se desconoce la nacionalidad de dos víctimas mortales.

Entre los 15 heridos hay nueve alemanes, algunos de ellos en estado grave, y una peruana, residente en Estambul, que está hospitalizada con pronóstico leve.

El premier turco Davutoglu, además, aseguró a la prensa que el atacante era un miembro del EI, la milicia que nació para resistir la ocupación estadounidense en Irak y creció en la vecina Siria al calor de la guerra civil, mientras que su número dos, Numan Kurtulmus, informó que el agresor era un hombre nacido en Siria en 1988.

Por su parte, la agencia de noticias turca Dogan, citando a fuentes policiales anónimas, señala que el atacante se llamaba Nabil Fadli y que habría nacido en Arabia Saudita.

«Esto es uno de los ejemplos más bárbaros de las acciones de la organización terrorista EI», dijo Davutoglu, que comparó el crimen con los recientes ataques de París y otros atentados suicidas perpetrados contra civiles en suelo turco en 2015.

«No es sólo un ataque contra quienes estaban allí sino contra toda Turquía», subrayó el primer ministro.

Ante la conmoción que provocó el atentado, el primer funcionario que habló públicamente fue el propio presidente de la nación, Recep Tayyip Erdogan.

Poco después de la explosión, el mandatario habló en televisión donde destacó que el país eurasiático «es el primer objetivo de todas las organizaciones terroristas que actúan en la región porque Turquía lucha contra ellas de forma decidida» y adelantó que las pruebas apuntan que el autor del atentado «es un terrorista suicida de origen sirio».

Desde el comienzo de la guerra civil en Siria, en 2011, cerca de dos millones de refugiados cruzaron la frontera con Turquía.

Mientras en los primeros años se construyeron masivos campos de refugiados en el territorio turco, durante 2015 cientos de miles de personas, entre ellos sirios, utilizaron ese país como lugar de tránsito hacia la Unión Europea (UE).

La explosión, no reivindicada hasta ahora por ningún grupo, se produjo poco después de las 10 de la mañana local (5 de Argentina) en el antiguo hipódromo cercano a la basílica de Santa Sofía y a la Mezquita Azul, los dos monumentos más visitados de la ciudad, informó la agencia de noticias EFE.

Fotografías de la prensa local mostraron varios cuerpos desmembrados tirados sobre el suelo empedrado de la explanada.

En medio de una lluvia de rumores, fuentes policiales dijeron al periódico local Hurriyet Daily News que era «altamente posible» que el grupo islamista radical EI esté detrás del ataque.

Sin confirmar esta información, el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, convocó a una reunión de urgencia de su gobierno en Ankara para analizar la situación y la reacción del arco político nacional no se hizo esperar.

El Partido Demócrata Popular (HDP), de izquierda y pro kurdo, calificó el ataque de «masacre brutal» y envió sus condolencias a las familias de las víctimas que perdieron la vida.

Por su parte, el oficialista Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) publicó un tuit a través de su vocero Omer Celik en el que calificó el ataque como «vil».

El ataque, sin dudas, buscó golpear al turismo.

La mezquita y los monumentos cercanos, como Santa Sofía y el palacio de Topkapi, forman el principal complejo turístico de Estambul, ciudad que recibe al año casi 10 millones de viajeros.

El presidente de la Asociación de Turismo de Sultanahmet indicó al diario Hurriyet que el probable ataque «es un gran golpe al turismo de toda la región».

«Hay 7.000 hoteles en esta zona. Los turistas ahora quieren irse. Ya están buscando pasajes (para regresar a sus países). Con esta explosión, el año 2016 terminó para nosotros».

Horas después del atentado, la policía lanzó una amplia redada en Sanliurfa, una de las ciudades del sureste de Turquía que se considera retaguardia de numerosos grupos armados de Siria, entre ellos el EI, informó la agencia semipública Anadolu.

En una redada simultánea en 22 domicilios y lugares de reunión, los agentes detuvieron a 21 personas sospechosas de recaudar fondos y provisiones para quienes se proponen pasar a Siria para integrarse en las filas del EI.

También en Ankara se produjeron varias detenciones, pasando a prisión preventiva un ciudadano turco sospechoso de vínculos yihadistas, mientras que 15 sirios fueron entregados a las autoridades para acelerar su expulsión.

Una hora después de la explosión, el gobierno turco prohibió a los medios de comunicación distribuir videos o fotos relacionados con el atentado.

Turquía vive en un virtual estado de alerta desde el doble atentado suicida que causó 103 muertos el 10 de octubre en la estación de trenes de Ankara que las autoridades atribuyeron al EI.

El 6 de enero de 2015, una mujer se inmoló en las puertas de la comisaría de la Policía Turística en Sultanahmet, e hirió de gravedad a dos agentes, una de las cuales falleció posteriormente. La autora del atentado fue identificada como Diana Ramazova, una ciudadana rusa procedente de la región caucásica de Daguestan, identificada por Rusia como una persona vinculada con Al Qaeda y el EI.

Cinco meses después, una bomba mató a cuatro personas en un mitin del partido prokurdo HDP en Diyarbakir y, un mes y medio más tarde, un suicida se inmoló en un acto de fuerzas de izquierda a favor de los kurdos de Siria en la localidad sudoriental de Suruç. El saldo fue de 33 víctimas fatales.

Finalmente, el 10 de octubre, dos presuntos militantes del EI se inmolaron en una marcha por la paz en la capital turca, Ankara, y mataron a más de 100 personas, en uno de los peores atentados de la historia de Turquía en décadas.

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