River se agrandó en Brasil, goleó a Cruzeiro y pasó a semis

Plata o eliminación. Con ese juramento pisó River tierra brasileña. Así lo jugó y se quedó con la plata, la clasificación a la semifinal de la Copa Libertadores de América.
Plata o eliminación. River sabía que de eso se trataba su visita al Cruzeiro, una empresa que lo obligaba, primordialmente, a marcar un gol. Por eso salió resuelto a plantar bandera en terreno rival y, esa actitud valiente, hizo que en cinco minutos el clima festivo de los 60 mil torcedores presentes en el Mineirao, se aplacara.
Un rato después, antes de los veinte minutos, Sánchez puso, después de un gran pase de Mora en un ataque que armado de izquierda a derecha, el 1 a 0 que representó un directo al mentón del equipo local.
Con autoridad, determinación y mucha personalidad, River jugó su suerte arriesgando atrás, pero resuelto a ratificar aquello de que un buen ataque es la mejor defensa. Cruzeiro no lastimó en sus escasas excursiones al área de Barovero; en cambio River, con Ponzio bien adelantado, Sánchez empujando, y Gutiérrez y Mora muy activos, marcaba los tiempos del partido y determinaba dónde se jugaba.
La mínima ventaja no cambió su espíritu. Uno podía imaginar que con el primer objetivo cumplido, los jugadores de River adoptaran una postura más cauta, tratando de evitar sobresaltos. Pero no fue así. Mantuvo sus bríos sabiéndose más que el rival y, antes del descanso, con un cabezazo impecable de Maidana a la salida de un corner ejecutado por Rojas desde la izquierda, aumentó la ventaja a dos y empezó a definir la serie en su favor.
Y si algo faltaba, antes de los diez minutos del segundo tiempo, cuando el equipo salió a jugar como al principio, llegó el tercero: ataque a fondo de Teo Gutiérrez y definición con un remate impecable que se coló contra un palo.
Plata o eliminación. Y fue plata porque River lo jugó con el corazón en la mano, mostrando una de sus mejores versiones en cuanto impulso anímico, personalidad y un juego plenamente identificado con su historia