Adiós al actor Pablo Cedrón

Había nacido en 1959 en Mar del Plata. Actor versátil, realizó muchas películas a lo largo de su carrera. Entre ellas, fue protagonista de Felicidades, El movimiento, Aballay, El invierno, El aura y El otro hermano. También es recordado por sus personajes en programas televisivos como Verdad Consecuencia, Campeones, Sin código y Mujeres asesinas.

Fue un destacado humorista, muy recordado por su participación en Cha Cha Cha, junto a Alfredo Casero, Diego Capusotto, Mariana Briski y Fabio Alberti, haciendo uno de los personajes que más risas arrancaba, el sexólogo Nelson Gómez, paraguayo y de vocabulario muy singular, sketch que compartía con la recordada Briski, que hacía las veces de típica conductora de «programas femeninos».

Su carrera también lo llevó al exitoso programa de Nicolás Repetto en Telefe: Nico, donde interpretó varios personajes, además del recordado Nelson Gómez.

Arriba de las tablas, en el año 2007 escribió, dirigió y actuó en la obra teatral Jamel, fue el autor de El Caso Pignataro-Sánchez, una parodia sobre boxeadores que fue dirigida por Tony Lestingi y donde compartió escenario con Carlos Nieto.

Serie de la TV Pública junto a Biblioteca Nacional y Nombre Productora, adaptada por el escritor Ricardo Piglia

En una entrevista contó que su vida estuvo lleno de hechos inesperados. «Mi familia se desperdigó con la llegada de la dictadura. Yo me fui a Francia y mi carrera actoral se cortó porque, si bien pude seguir estudiando teatro, tenía que laburar para vivir. Cuando volví tuve que empezar de cero. Hice publicidades, algún papel chico en una telenovela… Trabajé de carpintero y de herrero. Fabriqué gomina, fabriqué matracas, di clases de francés, me dediqué a la gastronomía… En Santa Cruz trabajé como guía de parques nacionales. Y en Chubut, en un aserradero. Siempre fui un obrero, vengo de una familia de obreros, pero mi vocación es la actuación».

Entre esas publicidades se destaca aquella de Tía María en los 80, de modesto presupuesto, en la que se reía cómplice con una Tini de Bucourt algo mayor. Un comercial «osado» para aquellos tiempos en el que la pareja se dice, en tono cariñoso, «estúpido-estúpida».

Un trabajador del arte, que se ganó los aplausos, sonrisas y lágrimas.