Libro sobre unión económica

Formulado como un kit de estrategias frente a los focos de conflicto habituales en una pareja, la obra editada por Planeta plantea cuestiones como las diferencias entre el casamiento legal y el concubinato, la manera en que se redistribuyen los ingresos con la llegada de un hijo y hasta la posibilidad de que un divorcio resulte menos drástico en términos económicos.

La estadística es taxativa: dos de cada tres matrimonios termina en divorcio. ¿Infidelidad? ¿Volatilidad del sentimiento amoroso? Para Otálora, la desaveniencia tiene -en la mayoría de los casos- un disparador de orden económico: “Los desacuerdos financieros son la principal razón por la que dos de cada tres parejas no siguen adelante”, argumenta.

“El principal motivo por el cual las parejas se pelean es por problemas económicos (falta el dinero) o por desacuerdos financieros (situaciones en las que los objetivos financieros de cada uno son distintos) -señala Otálora.. La segunda razón es la infidelidad, aunque ésta se puede tapar, mientras que las discusiones por dinero son difíciles de esconder”.

“Amor…sos la inversión de mi vida” está dirigido a un público femenino, aun cuando la temática excede la cuestión de género: “Frente a una ruptura, en general la mujer se queda con lo mejor y lo peor. Por un lado se queda con los hijos pero por otro lado posterga la posibilidad de formar otra familia. En cambio el hombre es más probable que reanude más fácil su vida”, asegura.

“Los problemas de pareja son de a dos, pero en general la que toma la iniciativa por resolver los conflictos es la mujer y es la más perjudicada frente a una ruptura, en la que el hombre tiende a planificar el divorcio y la separación con tiempo”, acota.

¿La cuestión del dinero está más presente que antes en la dinámica de la pareja o ahora se blanquean cuestiones que antes tal vez no eran motivo de conflicto? “El dinero siempre fue y será un motivo de discusión en la pareja, pero los tiempos cambiaron y ahora la mujer no depende económicamente del hombre”, analiza.

El autor de obras como “Inversiones para todos” y “Del colchón a la inversión” sostiene que un 44 por ciento de los hogares está a cargo económicamente de mujeres, una situación que suele generar controversia en algunas parejas.

¿Una pareja en formación debería hablar previamente sobre este tipo de posibilidades para prever crisis futuras? “Antiguamente sólo el hombre trabajaba y ejercía una relación de poder sobre la mujer -indica-. Hoy la mujer es protagonista y ocupa un lugar muy importante en el hogar, por lo que toma decisiones a la par o por encima del hombre”.

En su obra, el economista delinea un perfil socioeconómico de acuerdo con el sexo: así, según su categorización las mujeres tienen una visión más amplia que no les hace perder contacto con la estrategia, son más pacientes para enfrentarse a retos difíciles y menos detructivas a la hora de evaluar sus frustraciones.

“Excepto la mujer soltera, que vive una vida independiente, trata de disfrutar el día a día sin planificar tanto que les reparará el futuro, cuando la mujer se casa y tiene hijos, cambia su perspectiva y se adapta a su nuevo rol con mayor facilidad de que lo hacen los hombres”, precisa el autor.

“Una madre piensa en el futuro del hogar y en que cada decisión financiera que toma no puede poner en riesgo el futuro de su núcleo familiar. Por eso, al invertir el dinero suele ser conservadora y se asesora antes de tomar una decisión”, detalla.

“En cambio el hombre está pensando el atajo y de qué forma poder invertir y convertirse en millonario con poco esfuerzo y riesgo. El hombre es un poco más individualista y osado, la mujer más conservadora y con los pies sobre la tierra- compara-. El hombre suele asumir más riesgos que la mujer, por este motivo, antes de invertir es importante ponerse de acuerdo sobre las expectivas”.

¿Qué transformaciones sustanciales sufre la economía de un persona una vez que se casa? ¿Qué ocurre con la llegada de los hijos? “Los hijos cambian económicamente la vida de una pareja, la transforman en su totalidad”, afirma Otálora.

“La llegada de un hijo implica muchos gastos. En la Argentina, mantener un hijo desde que nace hasta los 18 años, puede implicar una inversión desde 80.000 dólares, aunque el promedio está en los 150.000 dólares”, agrega.

“Es importante que las familias inviertan en la educación de sus hijos sobre la base de sus posibilidades y no por encima de ellas -aconseja-. En términos económicos, a veces sucede que gastar un peso, mil o cien mil más por mes no va a generar que los hijos tengan una mejor educación, pero sí ese gasto repercutirá en el crecimiento patrimonial de la pareja”.

El matrimonio como institución social ha ido perdiendo fama y adeptos, aunque -según Otálora- el casamiento subsiste como un resguardo ante un eventual divorcio: “Sin embargo, muchas parejas antes de casarse prefieren un estado más flexible como la convivencia, que tiene sus ventajas y desventajas como el propio matrimonio”, sostiene.

“La ventaja de estar en concubinato es para aquel miembro de la pareja que tiene mayores ingresos o bienes, porque, al terminar la relación, no tiene nada que repartir con la otra parte -asegura-. Además, frente a una ruptura se evitan los gastos de un divorcio”.

Otálora explica que el matrimonio resulta más conveniente en términos patrimoniales para el que menos dinero tiene: “Por eso, cuando hay disparidad en los bienes propios (porque hay desigualdad en lo que cada uno tenía antes de casarse o porque uno de los dos recibe una herencia o donación), el que menos tiene debe estimular el ahorro y la compra de cosas en común”, asegura.

“En los tiempos que corren, las personas necesitan independencia a la hora de manejar sus gastos, es decir que luego de cumplir con el hogar o con la pareja (aportando porcentualmente acorde a su ingreso), cada uno debe tener la posibilidad de gastar parte de su dinero en aquellas cosas que lo hacen feliz y sin tener que dar explicaciones”, concluye el autor.